Expectativas Expat. Para nosotros mismos y para los demás. De la gente que amamos y de la gente que no conocemos realmente. La forma en que se supone que debemos ser. Cumpliendo con los estándares. Muchísima presión.
Como seres humanos, funcionamos naturalmente con expectativas. Esperamos y deseamos que algo suceda, y este algo debe ser como lo imaginamos, soñamos y esperamos.
“No tengo que hacer nada”
En Viena, aprendí muchas cosas. Una de las que más agradezco es esta frase: “Ich muss gar nicht” (No tengo que hacer nada). A menudo la escuchas como una respuesta algo maleducada al otro que exige algo.
Por ejemplo: “tienes que darle el asiento a esta persona mayor”, “tienes que hablar más claramente”, “tienes que estudiar”, “tienes que conseguir un trabajo”. La respuesta refleja es “no tengo que hacer nada”.
Me encanta esta frase, y se convirtió en una parte importante de mi vida. Me viene como un reflejo cuando escucho “tienes que…”. Y sin importar si lo hago o no, repetir esa frase, en voz alta o sólo para mí, es infinitamente liberador.
No es tu responsabilidad cumplir con las expectativas de los demás. ¿Quién mide cuán realistas y razonables son las expectativas?
Eso, por supuesto, también es válido para la gente de la que esperas algo. ¿Quién dice que sus expectativas son razonables para tu contraparte? ¿Tú? ¿Tus amigos? ¿La sociedad?
¿Qué son las expectativas?
Son suposiciones y creencias de lo que “debería ser”. De lo que queremos ser/ver/compartir de nosotros mismos y de nuestro entorno. Se basan principalmente en nuestro aprendizaje, tanto social como individual, y en lo que nos dicta nuestro entorno cultural. Incluso si no lo queremos o tratamos de rebelarnos contra ello, las tenemos internalizadas, y es muy, muy difícil deshacerse de ellas.
El problema comienza cuando las expectativas que tenemos y que hemos alimentado con esperanza y anticipación no coinciden con la realidad que encontramos. Entonces empezamos a sufrir, a lamentarnos, a castigarnos, a culpar al mundo entero.

Las frases que incluyen “debería” están cargadas de una tremenda presión, como mencioné en un párrafo anterior. Esta presión para cumplir con las expectativas, ya sea en nosotros mismos o en los demás, es contraproducente y puede producir sentimientos de ira, decepción, culpa e incluso vergüenza; porque es irreal pensar que podemos cumplir con las expectativas de los demás y viceversa. Tarde o temprano, vamos a perder. Porque somos humanos y porque no tenemos control de todo lo que sucede. Además, la gente cambia. ¡Y también las expectativas!
Las Expectativas Expat existen
A lo largo de mi experiencia personal y profesional con expats, una de las palabras más comunes es frustración. La frustración de llegar a un nuevo país y no ser capaces de lograr todo lo que esperábamos conseguir o, peor aún, lo que creíamos que otros esperaban que consiguiéramos.
Cuando tenemos problemas para cumplir los objetivos que nos fijamos al migrar, caemos en una espiral de ira, frustración y tristeza. La intensidad de esta espiral corresponde frecuentemente al nivel de expectativas que nos habíamos fijado para alcanzar algunos de esos objetivos.
Sin embargo, esas expectativas que más duelen cuando no se cumplen son las que ponemos en las personas: pareja, familia, amigos, colegas.
Dicho de manera más simple: cuanto más esperábamos, más frustrados y tristes nos sentimos si esas personas no cumplen con nuestras expectativas.
¿Son las expectativas expat algo útil?
Según mi perspectiva, son bastante dañinas y no útiles. Sin embargo, estamos tan condicionados a tener expectativas, que es mejor encontrar el lado positivo, ¿no?
Pueden ayudarnos a imaginar escenarios ante algún objetivo que queramos alcanzar y a establecer diferentes formas de actuación en caso de que el plan original no funcione como queremos. Soñar, emocionarse, incluso ser creativos.
Sin embargo, es necesario detener el impulso de cumplir todo lo que esperamos y se espera de nosotros. Moverse sólo de acuerdo a las expectativas internas y externas es agotador, nos drena la energía y tarde o temprano nos causa estrés y nos derriba ¡porque es imposible!
¿Cómo se puede hackear las expectativas expat? Tres reglas a tener en cuenta

1.- No asumas que el otro sabe lo que quieres.
Tendemos a dar por sentado que la gente cercana a nosotros “debería” (¡oh no, esa palabra otra vez!) conocernos.
“Si me conoce, sabrá que hoy me gustaría desayunar en la cama.” “Si mi madre me quiere, debería llamarme más a menudo.”, etc. Entiendes el punto.
Expresa lo que quieres. No con adivinanzas, rompecabezas o búsquedas de tesoros. Tan simple y directo como sea posible. Especialmente cuando tienes una barrera de idioma, aunque sea mínima, es tu responsabilidad como emisor, que el receptor entienda precisamente lo que quieres decir.
2.- Pregunta
Relacionado con esto último. Pero esto es más global. Si crees que alguien espera algo de ti, pregunta. ¿Quieres algo en particular? ¿Esperas (ejem) algo de mí? Si es así, ¿qué? ¿Puedo hacer eso?
Esas son muchas preguntas para responder. El objetivo es proporcionarte tranquilidad. Sé proactiva y pregunta, no imagines que el otro tiene expectativas de ti. Mucho de lo que crees que los demás esperan está en tu cabeza. Puedes ahorrarte mucha ansiedad, ira y tristeza si sólo preguntas.
3.- Acéptalo y vuelve a intentarlo
Aunque te diga que intentes no tener expectativas, es casi imposible no tenerlas. Y si no pudiste seguir la regla 1 o 2, entonces 3 es una buena opción. Tus expectativas no se cumplieron. Permítete sentirte triste y decepcionada por ello.
Luego sigue adelante. Inténtalo de nuevo. Y trata de usar la regla 1 y 2 tanto como puedas con tus seres queridos, y sobre todo, contigo misma.
No te castigues cuando las cosas no salen como las planeaste. Aprende de ello. Y acepta el fracaso como el comienzo de un futuro éxito.

Quizás te parezca difícil, pero puedes prestar atención a lo que realmente quieres y necesitas y no adaptar más tus acciones a lo que los demás esperan de ti.
Al comprender y diferenciar las expectativas, también les quitamos su relevancia e influencia, nos ayuda a comprender y aceptar, a ser más flexibles y empáticos. Nos permitimos ser como queremos ser y permitimos a los que amamos la libertad de ser como realmente son. Y eso es un hermoso alivio.
Así que por ahora, repite “No tengo que hacer nada”, “No tengo que hacer nada”. Y despídete de las dañinas expectativas expat.
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